A cinco años del T-MEC: crónica de un pacto que resiste, evoluciona y proyecta el futuro de América del Norte
Cinco años han pasado desde aquel primero de julio de 2020, cuando en medio de una pandemia que sacudía los cimientos del mundo, México, Estados Unidos y Canadá, firmaban un nuevo acuerdo comercial: el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá, mejor conocido como el T-MEC.
Como quien renueva un juramento, el T-MEC emergió no solo como sucesor del TLCAN, sino como una versión más consciente de su tiempo: con capítulos dedicados al comercio digital, derechos laborales, medio ambiente y cadenas de suministro más resilientes. Su firma fue un acto de fe, una apuesta por la continuidad, pero también por la transformación.
Del tropiezo a la recuperación: un camino de resistencia
El año de su nacimiento no fue sencillo. El comercio internacional se contrajo, los puertos se silenciaron, y las fabricas detuvieron su ritmo. Sin embargo, e T-MEC no se quebró: resistió. En su primer año completo, ya en 2021, el comercio entre Mexico y Estados Unidos rebotó con fuerza, creciendo más del 23%. Y desde entonces, la relación bilateral no ha hecho sino fortalecerse.
México escaló posiciones hasta convertirse en el principal socio comercial de Estados Unidos, desplazando incluso a gigantes como China. La integración, lejos de debilitarse, se reafirmó.
Paneles, disputas y una nueva gobernanza comercial
Pero un tratado no vive sólo de cifras. Vive de mecanismos que funcionan. En estos cinco años, el T-MEC ha activado paneles sobre lácteos, autos, energía, biotecnología y paneles solares. En cada uno, las reglas se pusieron a prueba y, en muchos casos, los resultados fortalecieron el estado de derecho comercial.
La cláusula laboral de respuesta rápida, en especial, ha tenido un impacto profundo: más allá del papel, fue y es un catalizador de cambios reales en plantas mexicanas, como ocurrió en Silao. México ha demostrado que no le teme a los mecanismos, sino que sabe ejercerlos y responder con institucionalidad.
De la globalización a la re-regionalización
Hoy, el mundo mira con otros ojos a América del norte. La fragilidad de las cadenas de suministros globales, la necesidad de asegurar insumos críticos y la presión por contener el avance de China han dado lugar a un fenómeno inevitable: el nearshoring.
Empresas redibujan sus rutas, gobiernos trazan corredores logísticos como el Corredor T-MEC Mazatlán-Durango-Monterrey-Laredo, y los inversionistas redescubren la ventaja de una región integrada, ágil y regulada.
Tormentas sobre el horizonte: la guerra comercial de 2025
Pero no todo ha sido armonía. En febrero de este año, Estados Unidos impuso nuevos aranceles a México y Canadá. En respuesta, ambos países activaron sus propios mecanismos. El T-MEC, nuevamente, no se vino abajo. Ha servido como escudo legal, como punto de encuentro y como faro de negociación.
Las tensiones comerciales son recordatorios de que ningún tratado es inmutable. Pero también de que los buenos tratados no se rompen: se adaptan, se reafirma y se revisan.
La antesala del 2026: una revisión, muchas oportunidades
Ya se anticipa la revisión del tratado programada para julio de 2026, pero Mexico ha decidido adelantarse. Este segundo semestre de 2025 se convertirá en un nuevo capítulo. El objetivo: reforzar reglas de origen, combatir prácticas desleales de triangulación de productos, y proponer ajustes en temas clave como ciberseguridad, comercio digital y acceso a mercados.
No es el fin de un ciclo. Es el momento de pulir lo aprendido y construir una versión más fuerte del T-MEC. Una que refleje lo vivido y proyecte con inteligencia lo que está por venir.
En IMAR Sistemas lo sabemos bien. Desde nuestro rol como especialistas hemos sido testigos del impacto de cada nueva regla, de cada resolución, de cada fracción arancelaria que cruza la frontera. Y hoy, a cinco años del T‑MEC, lo reafirmamos: el conocimiento es poder, pero la estrategia es permanencia.